La aplicación del artículo 155 en Cataluña ha levantado una polvareda considerable. De hecho la controversia sobre su idoneidad o no ya comenzó unos meses antes de su puesta en práctica, ya que no eran pocos los que reclamaban recurrir a él con la intención de solucionar de forma inmediata una situacion que se iba engangrenando por momentos. El gobierno de Mariano Rajoy, sin embargo, optó por mantener un perfil prudente, y fue tan sólo ante la declaración unilateral de Independencia llevada a cabo en el Parlament de Cataluña cuando decidió actuar.
Después de que haya transcurrido un mes desde su entrada en vigor, la pregunta es ¿Se ha aplicado el 155 en la mejor forma posible? Esto es lo que vamos a tratar de discernir.
Por un lado, está fuera de toda discusión que sus efectos han sido fulminantes. El descabezamiento de la cúpula del Govern ha tenido como consecuencia el cese inmediato de pasos adelante en lo que se refiere al desafío que la Generalitat venía lanzando al Estado central.
Por otro, hay que señalar la actitud prudente del gobierno que supo manejar con inteligencia la posible resistencia por parte del funcionariado a recibir órdenes por parte de nuevos dirigentes. En lugar de enviar a nuevos representantes que ocupasen los puestos de los destituidos, el gobierno se ha limitado a una intervención “teledirigida”, sin aterrizaje de personal, y simplemente dando órdenes por vía telemática, un modo eficiente de minimizar posibles conflictos.
Otro aspecto que ha dejado en fuera de juego a casi todo el mundo ha sido el escaso margen de tiempo en que el 155 estará vigente en Cataluña. Con la convocatoria de elecciones en un plazo de apenas 2 meses, el gobierno quería neutralizar aquellas voces que clamaban como protesta por una ocupación en Cataluña.
La no intervención de los medios públicos de comunicación también ha dejado en mal lugar a quienes proclamaban, con anterioridad a su entrada en vigor, que el estado pensaba entrar en la televisión catalana como un elefante en una cacharrería. No ha sido así.
Sin embargo, dado que el 155 se aplica por primera vez y ofrece un amplio margen de actuación, se han levantado algunas voces respecto a si, pese a todas estas precauciones por parte del gobierno, no se ha ido un paso más allá de lo aconsejable, y aluden a que la devolución de las obras de arte reclamadas por el Monasterio de Sijena y que actualmente se encuentran en Lleida dificilmente puede justificarse como una actuación en el marco de las medidas imprescindibles para restaurar la normalidad democrática.