¿Puede tu envoltorio comerse el mensaje?

¿Por qué es necesario comunicar en imágenes y que el escenario no se coma la escena, tu mensaje?

Hoy, y desde que apareciera la televisión por los años 50, nuestros líderes políticos y representantes públicos necesitan esforzarse especialmente en trasladar eficazmente sus iniciativas a los ciudadanos, asumiendo las rutinas y las pautas de los medios, poniendo en escena, en buena parte a través de símbolos, día tras día, la representación de su visión y relato político.

¿Puedes crear la mejor de las escenografías o puesta en escena y no mimetizarte con el escenario?

SI. Y en política es muy común. Por eso cuando un candidato/a viene a mi como consultora política y en comunicación e imagen pública y me pregunta por ejemplo, porqué es necesario que vuelva a aprender a andar de nuevo para enseñarle ahora a hacerlo, con seguridad, determinación y de forma atractiva, le insisto en la necesidad de cuidar cada detalle en comunicación pública. Y de paso, le muestro algunos ejemplos de cómo estar dentro de una escena en política y no mimetizarse con el escenario.

Aquí, la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, es un perfecto ejemplo de cómo mimetizarte con el escenario dentro de la escenografía política, es decir, adquirir como propio unos elementos de la propia escenografía y asimilarlos en el mismo escenario político.

Al contrario, un ejemplo de cómo puedes entrar en una escena pero no mimetizarte con el escenario, es el siguiente de Alberto Núñez Feijóo que como presidente de la Xunta de Galicia, quiso echar una mano a los equipos de extinción de fuego durante unos episodios ocurridos en verano de hace tres años. Con la camisa apenas sin remangar y zapatos no muy apropiados para la peligrosa e importante tarea de sofocar unos incendios, daba lo mismo la escena, entro y no supo mimetizarse con ella.

En este caso como en el anterior, la escenografía supone un mensaje valioso y audiovisualmente atractivo, una imagen, y todos sabemos que no hay mensaje sin una buena imagen por lo que es fundamental tener en cuenta la compatibilidad entre la personalidad del político y su imagen elaborada. Sabemos que es imposible tener un control absoluto sobre la evolución de la imagen, ya que por cualquier acción de comunicación o acción política por más insignificante que parezca, ni el consultor ni el político podemos caer en el error de infravalorar un mensaje, y menos aún si es una imagen. Recuerda, hay envoltorios que se comen el mensaje.

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Alberto Higueras

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